FACILITANDO EL CAMINO

8 de junio de 2.015

Hace algún tiempo conocimos la historia de Abdusalam. Quizá una de tantas. Pero pensamos que si nos había llegado a nuestras manos era porque necesitaba ser escuchada, y si podíamos facilitar su camino, ¿por qué no intentarlo?

Nos embarcamos en ella después de conocerla en el mismo Tánger:
“Abdusalam tiene discapacidad motórica desde nacimiento. Se ayuda de un bastón para desplazarse en su hogar pero no puede caminar distancias más largas. Su motricidad fina es casi nula, apenas puede coger un lápiz.

Debido a su minusvalía, su trabajo es un sencillo, un puesto de venta ambulante de chucherías en la puerta de un colegio. El dinero que gana es insuficiente para mantener a una familia de siete hijos en edad escolar. Para más agravio, el colegio donde vende está lejos y tiene que desplazarse cada día en taxi…ya os podéis imaginar el coste económico.

¿Cómo podemos ayudar? Dándole libertad a sus movimientos con una silla de ruedas eléctrica. Él no tiene fuerzas en sus brazos para una silla manual.

Si apoyamos esta causa estaremos mejorando la calidad de vida de una persona de cincuenta años que solo quiere un medio para trabajar”.

Sentimos la necesidad de organizar un evento, y gracias a la colaboración y unión del artista Antonio Carmona, Restaurante Mogador, APIS y ADAPA, pudimos contribuir a la realización de un Almuerzo Benéfico. Pero aún faltaba un empujón económico más: un grupo de amigos haciendo Teaming – Ecosolidarios  fue el detonante para conseguir la ansiada silla, pues gracias a “esta hucha on line” compuesta de personas que aportan tan sólo 1€ al mes, se consiguió realizar el sueño.

La compra de la silla de ruedas eléctrica, facilitada por nuestro amigo Paquito y Ortopedia Jorge, inició la ansiada cuenta atrás para su traslado. Los días pasaban y Abdusalam la esperaba al otro lado del Estrecho. Teníamos un pellizco en el estómago pues teníamos la certeza que a este “luchador” le era muy necesaria por su discapacidad degenerativa.

El momento llegó. Después de barajar distintas fechas se vislumbró el día pensando en él y no el los quehaceres que uno tiene cada día. Mil anécdotas e imprevistos ocurrieron. Como en el camino de cada historia, ésta no iba a ser menos: se estropeó una rueda de la silla y tuvimos que arreglarla antes de salir; búsqueda de intérprete para comunicarnos con Abdusalam; dudas en la salida y regreso de Tánger por temporal; caravanas de personas para el visado; puerto cerrado a la vuelta; horas de espera a la salida del ferry; taxi;, horas de sueño al volante de camino a casa…

Pero lo importante es lo que ocurrió en la puerta del puerto de Tánger: allí estaba él como un reloj. Permitidme que lo compare con un niño: un niño que espera su anhelado caramelo prometido durante meses. La alegría inundaba su alma. Así la sentí, pues no podíamos comunicarnos por la disparidad de nuestra lengua. Pensamos que no se lo llegaba a creer. No atendía a indicaciones en cuanto al funcionamiento de la silla. Quería utilizarla e irse lejos, lejos, lejos, donde poder saborear su regalo. No esperamos un abrazo, tampoco una lágrima de alegría… Lo que él sintiera y sienta hoy, de momento, queda para él.

Nos dio la sensación de hacer lo correcto. Tal vez haya miles de personas que necesiten este regalo aquí o allá. Pero él, al igual que todos nosotros, es un ser humano. Y nos hemos encontrado en el camino mucha gente que ha hecho posible que a Abdusalam se le facilite el camino, porque ¿quién no se merece algo así? Nosotros no somos los encargados de decidir. No somos los más indicados para realizar juicios o razonar dónde se necesita más ayuda. Este mundo está lleno de necesidades y simples soluciones. Algunos sólo necesitan recibir una sonrisa, un abrazo. A muchos el calor de una mano en el hombro. Y otros se conforman con utilizar el corazón y abrirlo de vez en cuando para que no se oxide y puedan aprovecharlo otros.