
Cómo cada año, desde ADAPA, mi compañera Yolanda y yo (Meme Gallardo), por el Día de la Paz, acudimos al colegio Rincón Genaro. El colegio organiza una marcha solidaria, y lo recaudado es para ADAPA y otra asociación. Nosotros a cambio de su bonita solidaridad, hacemos unos talleres de yoga para niños y familias, y el día de la marcha, colaboramos aportando alegría al evento, con grupos de flamenco y bailes rítmicos. También con talleres de pinta-caras y mandalas para colorear. Montamos nuestro stand con cositas baratitas para que los niños con sus ahorros, puedan participar y sean solidarios con los más necesitados.
Aquella preciosa mañana, entre los grupos de infantil, había una niña preciosa, de ojos azules y el cabello dorado, que me recordaba a mis hijas de pequeñas y se sentó junto a mí. La conexión energética entre las dos fue brutal. Su inocencia y sensibilidad invadió mi espacio, y su sonrisa me hechizó. Cada pregunta que yo hacía al grupo, ella la contestaba rápida y acertadamente. Así durante toda la clase de yoga. El cuento que llevé nos transportó a un bosque encantado, donde con nuestros cuerpos íbamos haciendo posturas de animalitos del bosque. Incluso nos convertimos en una luna llena hermosa y mágica. Después de convertirnos en luna, llegó el descanso. Cerrando los ojos y relajándonos, nos visitó el Duende de las Pesadillas. El duende se posaba en nuestras cabezas para llevarse así, todas las pesadillas nocturnas. Yolanda, mi compañera, iba captando con la cámara, esos momentos mágicos. Al acabar la clase, tod@s l@s niñ@s se despidieron, pero aquella niña de ojitos azules y cabello dorado, me dio un abrazo que aún lo siento en el alma.
Dos días después, fue la Marcha Solidaria en la que también participa ADAPA. Después de la marcha, estaba todo preparado para que los niños acudieran al pinta-caras y mandalas. Y…¿sabéis quién vino a pintarse la cara? Pues sííííí: allí estaba ella, mirándome con cara de ángel. Me acerqué y la abracé. Su mamá le preguntó que quién era yo. Y ella sin dejar de mirarme le dijo…. «es la Paz». No dudé en volver a abrazarla.
Posiblemente no vuelva a verla, o quizás el año que viene la veré. Lo que sí sé, es que el universo me pone en el camino ángeles y guías, marcándome el camino a seguir. Y sí, esa pequeña alma llena de luz, volvió a iluminar mi camino, dejándome claro, que estar rodeada de niñ@s, me hace feliz. Que trabajar el niño interior con adultos, me hace feliz. Que nuestro niñ@ interior es la luz de todo. Una mirada inocente, una sonrisa limpia, la sensibilidad de un@ niñ@, tiene el poder de que podemos, entre tod@s, conseguir un mundo mejor.
Con amor , MEME